Comenzaré
dando una pequeña explicación sobre el Impresionismo en lo que respecta al mundo de la pintura,
¿a qué nos referimos cuando hacemos referencia al término Impresionismo?
Podemos decir que fue un movimiento artístico que surgió aproximadamente en la
segunda mitad del siglo XIX en Europa (concretamente en Francia), con la idea
de principal de desarrollar una pintura más espontánea y directa, intentando
plasmar la luz y cada instante, sin llegar a percatarse en la identidad de los
elementos que se estaban representando. Los pintores impresionistas dejarían de
lado todo aquello relacionado con pintar cada detalle, queriendo mostrar ahora sobretodo
el momento de la luz (lo que se ha llamado “impresión visual”). En el impresionismo de intentaba que la obra
reprodujera la percepción visual que el autor tenía en el momento que realizaba
la obra, la luz y el color real que surgía de la naturaleza y el entorno que se
presentaba. Se centraron, por tanto, en
representar formas compuestas por colores, empleando para ello los colores
primarios (amarillo, magenta y cian) y los colores complementarios (verde,
violeta y naranja), utilizando pinceladas de color cortas sin conexión, pero
dando lugar a una estructura unitaria. Algunos de los pintores impresionistas
más destacados fueron Édouard Manet, Paul Cézanne (aunque éste luego se pasaría
al Cubismo), Claude Monet, Degas, Renoir…
y muchos más.
Ahora, me gustaría
mostraros un poco de la obra de Monet (1840-1926), ya que para mí es uno de los
mejores pintores impresionistas de la historia, y además, tengo que decir, que
en mi época por la Escuela de Arte de Salamanca fue uno de mis grandes apoyos e
ídolos, en el que me basé muchísimas veces a la hora de realizar los diferentes
trabajos artísticos que nos planteaban. Creo que a través de la obra de Monet
se puede entender muy bien y de forma muy sencilla en que consistía eso del
Impresionismo. Monet se centraba muchísimo en esa nueva forma de plasmar la
realidad, a través de la luz y el color que he dicho antes, intentaba
representar la vibración cromática y lumínica de aquello que estaba pintando en
ese momento. Se suele decir que Monet fue uno de los mayores contribuyentes a
este movimiento artístico, ya que, a través de sus pinceladas libres, conseguía plasmar firmemente y
de manera muy clara los efectos de la luz sobre los objetos, los cambios, las
vibraciones de esa luz, dándole a su obra un toque vital y una gran abundancia
de armonías. También, me gustaría destacar, como anécdota, que la obra
de Monet “Impresión, sol naciente” o “Impresión atardecer” fue la que le dio nombre
a este estilo artístico.
A continuación,
os mostraré algunas de las obras de este pintor que a mí más me han llamado la
atención.
“Choza del
guarda de aduanas en Verengeville” (1882)
“La catedral de Rouen” (1891-1894), de la que me gustaría mostrar el estudio que realizó sobre el efecto de la luz en la catedral en los diferentes momentos del día.
“Las amapolas” (1873)
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